Con el cuchillo entre los dientes.

Nos juntamos el domingo bastante tarde, a eso de las 15:30 en la Terraza para el tercer partido contra IANS, teniendo en claro que esta vez había que ganar sin importar si el mundo se caía a pedazos o si ellos habían traído a Kaka, Messi y Patoruzito.
La charla en el vestuario estuvo llena de buena onda y humor, con repetidos chistes a Pablito por su “doble juego” y la posibilidad de organizar algo para el martes a la noche… tipo a las 12 de la noche.
Entamos a la cancha y ninguno quería trotar ni elongar, ya que el almuerzo estaba todavía en nuestras pancitas y… ¡como cuesta! Pero de a poquito fuimos engrasando los engranajes y la cosa fue tomando color.
Cuando comenzó el partido, la sangre, roja como la camiseta, ardía dentro nuestro.
La pelota comenzó a rodar y ambos equipos mostraron que no tenían ninguna intención de ceder ni un centímetro al rival; se metió, se trabó, se corrió, se peleó cada pelota como si fuera la última, pero los dos equipos dieron una excelente clase de cómo se puede jugar al fútbol dejando todo, luchando todo, pero sin la menor muestra de violencia. Como si fuera poco, salió un partido fabuloso.
Debemos estar aprendiendo de nuestros propios errores porque siempre esperábamos que nos metieran un gol para despertarnos, pero esta vez pegamos primero. ¿Cómo quién? No puede ser otro que el pichichi, capo cañonieri, verdugo de las redes Pablito Ferrari que midió una carambola con la espalda del defensor y dejó descolocado al arquero desde temprano, anunciando un partido con muchos goles.
Vuelta a empezar y a seguir como si nada hubiera pasado.
Pero no jugábamos solos y estos pibes no perdonan, una mala salida nuestra y… 1 a 1.
Otra vez el partido empatado y apareció Gusty.
Comentario de un jugador de IANS: “El 14 es una bestia, aguanta todas. ¿Juega en cancha de once? ¡Se nota!” Magia del mencionado y 2 a 1 para los rojos.
Pero otra vez nos mostraron que no nos íbamos a escapar y volvieron a empatar.
Cuando faltaba poco para el entretiempo hubo una jugada desafortunada en la que la pelota de un córner se metió entre todos, pegó en uno de ellos y se nos metió.
Fuimos al entretiempo 3 a 2 abajo y ajustamos las tuercas, entró Nico por Rodo y vuelta a la cancha.
Ellos se pusieron 4 a 2 a poco de empezar, pero el árbitro, en un fallo muy discutido, lo anuló por falta al arquero. Si bien no perdieron el rumbo, se despistaron y Pablito no tiene ningún tipo de piedad con las redes rivales y estampó un 3 a 3 más que festejado.
Rodo entró por Alan y se escuchó un: “Sacalo a Mati”.
Tres décimas de segundo después Alan entró por Mati y se escucharon varias palabras subidas de tono.
Ataque de La Máquina, la pelota baja lenta, la baja Rodo de pecho, lo ve a Nico y le hace el pase (Y… ¡tenía que describir el pase-gol!) y Nico define con maestría y pasamos al frente por uno.
Mati lo saca a Pablito, argumentando un mal pase del delantero.
Seguimos jugando con todo a pesar de estar ganando (vamos aprendiendo) y Juampa pone el quinto gol que nos da cierto margen y una buena tranquilidad a poco del final.
Y… la ecuación es conocida: nos confiamos, nos vacunan. Tiro libre que roza en la barrera y entra justo al lado del palo, dos centímetros al costado y rebotaba para afuera pero entró justo ahí. No, ahí no… ¡Ahí!
Los pocos minutos que restaban no fueron suficientes para nada más y La Máquina venció a IANS por 5 a 4.
Para rescatar, no me canso de decir que se jugó muy bien, se luchó con todo, pero con la mejor buena voluntad y todas las piernas fueron leales, cuando sobra fútbol la violencia no tiene lugar. ¡¡¡Y GANAMOS!!!
Superamos a dos rivales muy duros que van a dar pelea arriba.
Vamos bien, falta mucho.

Rodito, (6), Centauro... llamame como quieras.